El sábado 18 de octubre, el Toyota Arena de Ontario se convirtió en un santuario para los seguidores de uno de los íconos más enigmáticos de la música contemporánea: Morrissey. La velada prometía ser un viaje nostálgico a través de su trayectoria, y definitivamente no decepcionó.
Morrissey, conocido por su distintiva voz y letras profundas, ha sabido conectar con generaciones de fans desde sus inicios con The Smiths en los años 80. Su habilidad para plasmar emociones crudas, junto con su ingenio mordaz, ha sido un hilo conductor en su carrera en solitario. Muchos de los asistentes, que llevaban años siguiendo su carrera, llegaron al evento con una mezcla de expectativa y emoción palpable.
El espectáculo comenzó con un toque de misterio, característica que siempre ha rodeado a Morrissey. Con una ambientación oscura y su típica postura enérgica, el artista se hizo presente en el escenario y rápidamente se adentró en su repertorio de clásicos. Abrió el show con “There Is a Light That Never Goes Out”, una emblemática canción de The Smiths, escrita por Morrissey y el guitarrista Johnny Marr. Esta canción, incluida en el álbum de 1986 “The Queen Is Dead”, es conocida por sus letras memorables que abordan el amor y la compañía en la muerte, así como su mensaje de esperanza. La elección de este tema para abrir el espectáculo no fue casual; representa la esencia de la búsqueda de conexión y significado que ha definido tanto su carrera como la experiencia de sus fans. La conexión entre Morrissey y su público es singular. Muchos de sus fans han crecido con su música, lo que ha generado un vínculo casi familiar. Esta noche, el amor y la lealtad se hicieron evidentes; cada nota parecía resonar en el alma de quienes allí estaban.
Las letras de Morrissey, que a menudo abordan temas como la soledad, el amor perdido y la crítica social, encontraron eco en las emociones de los asistentes, creando una atmósfera cargada de nostalgia y reflexión.

A medida que avanzaba la noche, Morrissey continuó ofreciendo un recorrido por su vasta discografía, tocando temas de amor y desamor que resonaban profundamente con su público. Canciones como “Suedehead”, “Everyday Is Like Sunday”, “The Loop” y “Irish Blood, English Heart” hicieron que la energía del lugar se intensificara. Las interpretaciones de Morrissey, cargadas de emoción, sumergieron a los fanáticos en un mar de recuerdos y sentimientos.
La velada en el Toyota Arena fue una celebración no solo de la música de Morrissey, sino también de la conexión única que ha forjado con sus seguidores a lo largo de los años. Su capacidad para dar voz a las emociones humanas más profundas es lo que lo convierte en un artista atemporal y venerado.
Para todos aquellos que asistieron, fue un evento inolvidable, y el cuidado en la producción, a cargo de Bobby Dee Presents, aseguró que cada detalle del espectáculo estuviera meticulosamente planeado, creando una experiencia memorable que permanecerá en la memoria de los fans. Sin duda, quienes vivieron esta noche mágica se llevaron consigo un pedazo de esa luz que, como dice la canción, nunca se apaga.
Quienes no pudieron asistir, Morrissey tiene programada una fecha en el Intuit Dome en Inglewood, CA, el 25 de octubre de 2025. ¡Una oportunidad más para disfrutar de su música! Boletos disponibles a través de Ticketmaster.
By: Arasely Martinez


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